Pedro

El deseo de comprar barato es natural en cualquier transacción comercial, y por supuesto también cuando se trata de invertir en acciones. Para saber si una acción está barata, cara o en un precio razonable, es necesario utilizar herramientas de análisis que nos ayuden a valorar la empresa de forma objetiva.

Hasta ahora hemos visto los principales métodos que permiten estimar el valor de una acción. Para ello hemos aprendido a usar los llamados multiplicadores, que son ratios que permiten comparar el precio de una acción con distintas variables fundamentales de la empresa, como sus beneficios, su flujo de caja o su valor contable. Estos indicadores nos dan una referencia numérica que facilita la comparación entre empresas y nos ayuda a tomar decisiones más racionales. Este tipo de análisis se denomina «análisis fundamental».

El «análisis técnico»

El análisis técnico parte de una premisa —discutida y debatida— según la cual toda la información relevante sobre una empresa ya está reflejada en el precio de su acción. La lógica es la siguiente: millones de inversores participan en el mercado, comprando o vendiendo en función de toda la información disponible (beneficios, noticias, expectativas, etc.), y el resultado de esas decisiones colectivas es el precio de cotización. Por tanto, se asume que ese precio ya incorpora toda la información fundamental.

A partir de ahí, el análisis técnico sostiene que basta con estudiar la evolución pasada del precio en un gráfico para intentar prever su comportamiento futuro. En lugar de analizar balances o cuentas de resultados, el enfoque técnico se centra en patrones, tendencias, soportes y resistencias dentro de la gráfica del precio, con la esperanza de identificar oportunidades de entrada o salida del mercado.

Existe un tipo de inversión que se basa exclusivamente en el análisis técnico. Según este enfoque, el tipo de empresa que se compra es irrelevante: lo único que importa es la forma del gráfico de precios. Si se detecta un patrón que sugiere una posible subida, se compra; si se identifica un patrón que anticipa una bajada, se toma una posición corta (apostando a que el precio bajará). En este método, no se analiza el negocio ni los resultados de la empresa, sólo se observan los movimientos del precio en busca de señales.

La posición se mantiene mientras el gráfico siga indicando que la tendencia continúa. Esto obliga al inversor a hacer un seguimiento constante de la inversión, ya que cualquier cambio en el patrón puede implicar que la tendencia se ha agotado y es momento de salir. Para limitar las pérdidas si el precio cambia bruscamente y contradice el patrón previsto, es común el uso de órdenes llamadas «stop loss», que cierran automáticamente la posición si el precio alcanza un nivel determinado de pérdidas. Este tipo de estrategia requiere disciplina, rapidez y atención continua al mercado.

Algunos críticos del análisis técnico afirman que, cuando este parece funcionar, en realidad se trata de una profecía autocumplida. La razón es que millones de inversores observan los mismos gráficos y llegan a conclusiones similares. Por ejemplo, si una acción intenta superar los 100 euros y rebota hacia abajo, muchos asumirán que ese nivel representa una «resistencia». Y la próxima vez que el precio se acerque a los 100 euros, esos mismos inversores venderán anticipándose a un nuevo retroceso, haciendo que el precio efectivamente vuelva a caer en ese punto.

De este modo, el nivel de 100 euros se convierte en una resistencia no porque haya una razón fundamental que lo justifique, sino porque una mayoría de participantes cree que lo es. En consecuencia, no siempre es posible distinguir si un comportamiento técnico es causa o efecto: ¿el precio reacciona porque hay una barrera real, o porque todos creen que la hay?

En cualquier caso, dado que millones de inversores basan sus decisiones en el análisis técnico, conviene tenerlo en cuenta. Ignorarlo por completo puede hacer que pasemos por alto ciertos movimientos del mercado que, aunque no tengan base fundamental, pueden producirse simplemente porque muchos participantes actúan al unísono siguiendo patrones gráficos similares.

Sin embargo, para un inversor a largo plazo, el análisis técnico debería ser sólo un complemento. Puede ayudar a elegir un buen momento de entrada, pero no debería ser la base de una estrategia de inversión sostenida. De hecho, muchos inversores lo ignoran por completo, ya que a lo largo de 10 o 20 años, el paso del tiempo habrá borrado todas las figuras técnicas de los gráficos. A largo plazo, lo que realmente determina el valor de una acción son los fundamentales de la empresa: sus beneficios, su solidez financiera y su capacidad de crecer.

En esta página no se abordará el análisis técnico, ya que no forma parte del objetivo de este sitio. Quienes deseen profundizar en ese enfoque pueden encontrar abundante material en internet: sitios especializados, canales de YouTube dedicados al tema y numerosos libros publicados al respecto.

un hombre estudia el gráfico de la empresa «X Corp» mientras las oficinas centrales de dicha empresa arden frente a su ventana
El análisis técnico. Imagen creada con Flux.