
La estafa Ponzi es un tipo de fraude financiero que consiste en prometer rentabilidades elevadas y constantes a los inversores, sin que exista una inversión real que las justifique. En lugar de generar beneficios legítimos, el organizador paga a los primeros participantes con el dinero que va recibiendo de los nuevos. Mientras sigan entrando fondos, el sistema aparenta funcionar y los primeros inversores reciben pagos puntuales, lo que refuerza su confianza y atrae a más víctimas. Sin embargo, como no hay actividad económica real detrás, el esquema colapsa inevitablemente cuando se agota la entrada de nuevos participantes.
El nombre proviene de Charles Ponzi, un inmigrante italiano que en los años 20 del siglo pasado prometía ganancias del 50 % en 45 días mediante un supuesto negocio de arbitraje con cupones postales internacionales. Durante un tiempo logró pagar a los inversores con el dinero que llegaba de los nuevos, hasta que el sistema se desmoronó y dejó a miles de personas en la ruina. Desde entonces, su apellido se ha convertido en sinónimo de este tipo de estafa.
A lo largo de la historia se han producido numerosos fraudes de tipo Ponzi. El más conocido es el de Bernard Madoff, que durante décadas engañó a miles de inversores en todo el mundo, entre ellos bancos, fondos de inversión y grandes fortunas, gestionando un fraude estimado en más de 60.000 millones de dólares. En la península ibérica, uno de los casos más célebres fue el de Maria Branca dos Santos, apodada la «banquera del pueblo» en Portugal. Durante años, ofreció intereses altísimos a pequeños ahorradores, asegurando que tenía contactos influyentes en la banca y el gobierno. Más de 10.000 personas confiaron en ella y le entregaron sus ahorros, atraídas por la promesa de beneficios rápidos y sin riesgo. El fraude alcanzó los mil millones de escudos de la época (varios millones de euros actuales), y cuando fue finalmente descubierta, fue condenada a 10 años de prisión. Muchos de los afectados perdieron todo lo que habían «invertido».
En muchos casos, las estafas Ponzi no se presentan abiertamente como un simple esquema de captación de dinero, sino que están cuidadosamente disfrazadas bajo apariencias de inversión legítima. Los organizadores simulan operar en sectores como la bolsa, el mercado inmobiliario, las criptomonedas o los productos financieros sofisticados, mostrando informes falsificados, plataformas en línea y extractos manipulados. Esta fachada de profesionalidad puede engañar incluso a personas con cierta experiencia, y hace que el fraude tarde años en ser descubierto. Cuando finalmente colapsa, los responsables suelen haber desaparecido o haber desviado grandes cantidades de dinero, dejando a miles de personas en la ruina y con muy pocas posibilidades reales de recuperar sus ahorros.