Pedro

Una de las estafas más comunes y despreciables en el mundo de las finanzas personales gira en torno a los llamados cursos o señales de «trading garantizado». A diferencia de las estafas de inversión directa, aquí no se promete un producto financiero concreto, sino el acceso a un supuesto conocimiento secreto que, según afirman, permitirá obtener beneficios rápidos, constantes y seguros en los mercados. Todo se presenta como la revelación de un método exclusivo, utilizado supuestamente por traders profesionales, bancos de inversión o expertos que «no quieren que usted lo sepa». Es la versión financiera del viejo timo del secreto oculto revelado sólo a unos pocos elegidos.

Estos cursos se promocionan de forma agresiva y manipuladora a través de redes sociales, anuncios en YouTube, TikTok o Instagram, y a menudo están dirigidos con premeditada intención a personas especialmente vulnerables: ciudadanos con escasa o nula educación financiera, con poca formación general, y, sobre todo, con una necesidad urgente de mejorar su situación económica. Son personas que, por su buena fe y su desesperación, resultan fáciles de embaucar. Aprovechándose de su ignorancia y de su esperanza, los estafadores les venden la idea de que pueden escapar de sus problemas económicos gracias a un sistema infalible. Es una forma moderna de depredación social. Por desgracia, en España, donde la inmensa mayoría de la población adolece de una profunda ignorancia financiera, este tipo de plataformas tiene importante presencia, y logran captar a ingentes cantidades de incautos, convirtiendo esta actividad, que se asienta siempre en el límite de la legalidad, en un lucrativo negocio.

El gancho es siempre el mismo: «No necesitas saber nada. Nosotros te enseñamos. Simplemente copia lo que hacemos y ganarás dinero desde la primera semana». Se promete que el curso se pagará solo con los beneficios obtenidos y que, en el peor de los casos, el alumno recuperará la inversión inicial en uno o dos meses. Se usan testimonios falsos, capturas de pantalla manipuladas y vídeos con actores haciéndose pasar por alumnos satisfechos. Todo está pensado para reforzar la ilusión de que existe una salida mágica, un atajo a la riqueza inmediata sin esfuerzo ni conocimiento.

Una técnica especialmente perversa consiste en mostrar el precio como si se tratara de un pago único muy asequible (por ejemplo, 200 €), para luego revelar que se trata de una cuota mensual, y que el curso anual completo cuesta 2.400 €. Cuando el interesado expresa dudas, se le presiona insistentemente durante llamadas que pueden durar más de una hora, en las que el comercial insiste una y otra vez en que es una «oportunidad única» que «cambiará su vida». Si la persona admite que no tiene el dinero completo, le ofrecen financiarlo con una entidad de crédito, sin explicarle bien que está firmando un préstamo real, con intereses, que no podrá cancelar fácilmente, y se le engaña diciéndole que podrá pagar las mensualidades con el dinero que seguro ganará haciendo «trading». En muchos casos, ni siquiera se informa correctamente al usuario de que está firmando un contrato con una financiera. El objetivo es atarlo económicamente antes de que tenga tiempo de reflexionar.

Todo está calculado con frialdad y falta de escrúpulos para que la persona no tenga tiempo de pensar. Se le persuade para que firme sin leer las condiciones, y si muestra reticencias, se le apremia con frases como «te vas a arrepentir de no aprovechar esto», «es ahora o nunca», o «no te estamos vendiendo nada, te estamos dando una oportunidad». En cuanto cuelga con el comercial, entra en escena un «tutor» cuya única función es asegurarse de que el alumno acceda al contenido del curso lo antes posible. No es para ayudarle, sino para activar una cláusula oculta: desde el momento en que accede a la plataforma o cambia la contraseña inicial, el derecho al desistimiento desaparece. Es decir, ya no puede cancelar ni recuperar su dinero. Esto lo saben perfectamente los promotores, y por eso insisten tanto en que entre inmediatamente. Es un mecanismo de trampa legal deliberadamente diseñado.

Lo que el alumno descubre después es que el curso no contiene ningún método infalible. Se trata de contenidos mediocres, reciclados, y fácilmente accesibles gratis en internet. Las «señales» prometidas no están basadas en ningún algoritmo mágico ni en conocimientos técnicos reales, y muchas veces simplemente no existen. En algunos casos se le invita a copiar en directo operaciones de supuestos traders profesionales, sin explicar los riesgos del apalancamiento, la volatilidad o la falta de control sobre las decisiones. Se induce así al usuario a operar con dinero real en condiciones muy desfavorables, lo que suele acabar en pérdidas rápidas y dolorosas.

Lo más grave es que, en algunos modelos, las plataformas ganan dinero justamente cuando el alumno pierde. Están asociadas con brokers que les pagan comisiones por cada operación abierta o por cada depósito perdido. Es decir, su interés no es que el alumno gane, sino que opere mucho, rápido, y pierda. La empresa ya ha cobrado el curso (casi siempre financiado), y a cambio el alumno queda con una deuda y sin conocimientos útiles. Es un negocio basado en la destrucción económica de sus propios clientes.

Estas prácticas repugnantes se basan en manipulación emocional, ocultación de información relevante, presión psicológica y contratos abusivos. Una empresa decente y confiada en su producto no necesita mentir, engañar ni coaccionar. Cuando alguien te impide leer lo que firmas, oculta que hay una financiera de por medio, y diseña todo el proceso para que pierdas tu derecho legal al desistimiento, no está vendiendo un curso: está ejecutando una estrategia fraudulenta contra personas indefensas.

La promesa de riqueza fácil no es más que una trampa cuidadosamente montada. Por eso, si alguna vez le dicen que con un método simple ganará dinero sin esfuerzo, que solo debe copiar movimientos o pagar una pequeña cuota inicial que luego se paga sola… desconfíe. Está ante una estafa disfrazada de formación, una emboscada psicológica dirigida a los más vulnerables, por parte de individuos sin escrúpulos.

No debemos confundir las estafas con los servicios legítimos de análisis técnico ofrecidos por muchas plataformas especializadas. Estos servicios, siempre que sean profesionales, dejan claro desde el principio que ninguna recomendación garantiza beneficios. Esta advertencia suele figurar expresamente en sus cláusulas legales, como parte de una actuación responsable.

Además, los profesionales del análisis técnico explican que este tipo de inversión, centrada en el corto o medio plazo, implica riesgos y requiere herramientas esenciales como los «stop loss», que sirven para limitar las pérdidas. La presencia de estas advertencias y precauciones es precisamente lo que distingue un servicio serio de una promesa engañosa.