Pedro

Si usted ha llegado a la acertada conclusión de que invertir a largo plazo es la mejor forma de proteger su dinero —tenga mucho o poco—, es natural que surja la siguiente duda: ¿cuándo conviene comprar?

¿Qué ocurre si hoy decide invertir todo de una vez, y justo mañana estalla una crisis inesperada? Podría ser una pandemia como la del COVID, una decisión abrupta de algún dirigente mundial, un conflicto bélico repentino o cualquier otro acontecimiento que haga caer los mercados un 30 % o un 40 %.

Aunque ya se ha explicado que, a largo plazo, los mercados tienden a recuperarse y seguir subiendo, también es comprensible que ver pérdidas tan abultadas solo unos días después de invertir resulte angustiante. Esa experiencia puede generar dudas, incomodidad, incluso miedo. Quizá recuerde haber leído algo sobre los «stop loss» y se pregunte si debería haberlos aplicado. Puede que, por un momento, le asalte la idea de que toda la estrategia que aquí se propone está equivocada y que tardará años en recuperar lo perdido.

No se preocupe: existe una forma sencilla y eficaz de evitar ese posible mal trago inicial. La clave está en no invertir todo su dinero de golpe. De hecho, si dispone de una cantidad importante, es preferible repartir sus compras a lo largo del tiempo, incluso durante varios años.

Piense en este ejemplo: si decide invertir 12 000 € en acciones de una empresa concreta y lo hace todo en un solo día, corre el riesgo de que un imprevisto —una crisis, una caída general del mercado— arruine esa operación justo después de haberla realizado. En cambio, si en lugar de eso invierte 1 000 € cada mes durante un año, está aplicando una estrategia mucho más prudente y efectiva: la compra periódica.

Esta estrategia consiste en repartir las compras en el tiempo para que, al final del periodo, el precio medio de adquisición de las acciones se aproxime al precio medio del mercado durante ese mismo periodo. Algunas compras se harán a precios altos, otras a precios bajos, pero se evitará el error de invertir todo justo en un momento desfavorable, como un pico temporal de cotización.

Y si ocurre lo inesperado —por ejemplo, una caída del 30 % en los mercados a los pocos meses de empezar a invertir—, no es motivo de alarma. Al contrario: podrá seguir comprando ese mes (y tal vez los siguientes) a precios mucho más bajos. Al finalizar el año, el resultado será un precio medio de compra muy atractivo, gracias a haber aprovechado las caídas en lugar de quedar atrapado en los máximos.

Esta estrategia puede extenderse también a varios años. Muchos inversores a largo plazo practican exactamente esto: esperan con paciencia a que el mercado sufra una corrección significativa para comprar más acciones a precios reducidos. Para ellos, las bajadas no son motivo de pánico, sino oportunidades de inversión.